El miedo y la ansiedad, ¿tienen relación? ¿Vencer la ansiedad es vencer el miedo?
Hay una diferencia básica: el miedo es un temor concreto y la ansiedad, un temor difuso. Vencer la ansiedad no es vencer el miedo, son emociones distintas.
Tal como antes se ha comentado, el miedo y la ansiedad son emociones básicas, y, por tanto integradas en el esquema genético de la persona y preparadas para ser «empleadas» cuando la situación lo requiera, pero diferenciadamente, es decir, cada una en su propia situación. La relación entre ambas emociones es completa en cuanto a su esquema genético estructural, pero también cooperativa en su papel de ayuda a la adaptación del individuo que ambas tienen en cuenta. Así pues, hay vinculaciones con respecto a su significado funcional, pues miedo y ansiedad manifiestan en la persona diversos grados de temor o aversión, de estados de intranquilidad y agitación que son claramente respuestas adaptativas necesarias para la supervivencia; no obstante, se debería diferenciar entre los estados de temor asociados a un objeto o situación tangible, empírica, observable y real (miedo), y lo que serían estados difusos, de difícil concreción y dotados casi siempre de una fuerte carga simbólica (ansiedad).
Otra relación que existe entre ambas emociones es que son objeto de interpretación mental y, por tanto, están sometidas a revisión interna y a valoración, aunque desde luego a un nivel mucho más inconsciente que reflexivo; miedo y ansiedad producen pensamientos y sentimientos de una manera activa e intensa siempre para intentar encontrar una solución clara y contundente que readapte a la persona. Como manifestación de este proceso, ambas emociones comparten un buen número de síntomas: taquicardia, hiperventilación, taquipsiquia (o pensamiento acelerado), sensación de nudo en el estómago, contractura muscular, etc. La discriminación entre miedo y ansiedad hay que buscarla en su sentido profundo y, por tanto, poco explicable desde el esquema lógico; el miedo es algo concreto y por tanto, más tangible y argumentable que la ansiedad, que es etérea. El miedo se manifiesta dentro de lo que se considera un realismo evidente, mientras que la ansiedad es indeterminable; el primero nos atemoriza, la segunda nos desampara. El miedo se puede describir y es, por tanto, más razonado que la ansiedad, que ha perdido para la consciencia el hilo argumental.
A pesar de haber revisado mucha bibliografía sobre el criterio discriminador entre el miedo y la ansiedad, no se ha podido llegar coloquialmente a una conclusión sólida para definir cada cosa, y se suelen utilizar como sinónimos. De hecho, se podría entender que la ansiedad es una especie de radicalización del miedo, un miedo muy grande; eso es cierto sólo a medias, pues la ansiedad también puede derivarse de una irascibilidad radical, de una enorme tristeza, de una vergüenza extrema, y, en definitiva, de la exageración de cualquiera de las emociones básicas y no tan sólo del miedo. Todo esto nos hace pensar, en cualquier caso, que la ansiedad quizá sea el final de todo camino emocional disparado al máximo, en el que, en último término, acaba poniéndose en duda la propia capacidad de sobrevivir.
A efectos prácticos, se tiene miedo de tempestades, monstruos, exámenes, petardos, personas, acontecimientos, decisiones, etcétera, a pesar de que si todo ello se radicaliza, da lugar a la configuración de situaciones atrapantes que acaban en un estado de ansiedad.