Repostería balear
La reina de la repostería balear y estandarte de la mallorquina es, sin duda, la ensaimada, cuya caja hace que se sepa de dónde viene un turista en cualquier aeropuerto del mundo. Junto a la ensaimada, otros dulces confirman la riqueza de esta tierra en imaginación y buen gusto: el gató d´ametlla amb gelat d´ametlla, postre mallorquín a base de almendras que se sirve con helado también de ese fruto seco; el flaó y la greixonera.
El flaó es el postre de permanente presencia en las mesas de la isla. Se trata de un pastel de queso hecho al horno con añadido de matafaluga (anís) y hierbabuena.
La greixonera es una combinación de pudin con flan elaborado con ensaimadas secas o endurecidas al horno y desleídas en leche. Se le añade piel de limón rallada y canela en polvo. Las hierbas desempeñan un papel fundamental en la repostería y licorería ibicenca. En sus campos abundan el romero, tomillo, hierbabuena, hinojo, laurel, ñoras, perejil, orégano que junto con el pimentón dulce y el azafrán conforman el elenco casi estable de su cocina. La proliferación de hierbas por sus campos hace posible también las hierbas ibicencas, un licor que se aprovecha como digestivo con o sin hielo.
Las influencias islámicas y británicas se dejan sentir sobre todo en la repostería menorquina: el cuscussó, un postre navideño de origen árabe, el pudin, de indudable origen británico, y las “cocas de albaricoque o cerezas“. Además de la Navidad, otras celebraciones religiosas van acompañadas de sus respectivos dulces. Así, especialmente en Menorca, son citas ineludibles para los golosos las greixeras en Carnaval y los buñuelos con arrope para la fiesta de Todos los Santos.